lunes, 2 de febrero de 2015


                      
Nacimiento  del papa sixto V
                                                                                             Nació en Grottammare, en provincia de Ascoli Piceno, el 13 de diciembre de 1521, bajo el nombre de Felipe Peretti. De orígenes muy humildes, fue por una necesidad práctica che entró a la edad de 12 años en un convento franciscano en Montalto delle Marche (pueblo originario de su familia), iniciando así la vida religiosa. Su desarrollo espiritual fue asistido por el Cardenal Rodolfo Pío Carpi (1500-1564), protector del mismo orden, por Michele Ghisleri (sucesivamente Papa Pio V, 1566-1572) y por Giovan Pietro Carafa (Papa Paolo IV, 1555-1559).

Fue miembro de la Santa Inquisición en Venecia, pero tal fue su inflexibilidad que el gobierno de la ciudad pidió le reclamaran. Después de un breve tiempo como procurador de su orden, fue agregado a la legación española guiada por Ugo Boncompagni (sucesivamente Papa Gregorio XIII), quien investigó en 1565 acerca de una imputación de herejía contra el arzobispo Carranza de Toledo.

No se logró establecer una buena relación entre el procurador y Ugo Boncompagni lo que influyó en sus sucesivas decisiones. Al ser elegido Pio V Papa volvió a Roma y fue nombrado vicario apostólico de su orden, posteriormente, en 1570, fue ordenado Cardenal. Durante el pontificado de Gregorio XIII el Cardenal de Montalto, así usaban llamarle, se retiró dedicandose principalmente a la villa construida por Domenico Fontano sobre el monte Esquilino, que domina las Termas de Diocleziano.
La primera parte de la villa fue ampliada, y así abiertas 4 nuevas rutas expropiando terrenos y edificios en sus alrededores. La villa estaba formada por dos residencias el Palazzo Sistino o de Termini (derivación de Termas) y el Palazzotto de Montalto y Felice.

En 1869, la decisión de empezar a construir  la Estación Central Pontificia (hoy en día Estación de Termini) en la misma área donde surgía la villa, determinó su irreparable extinsión desaparición. Así fue que el Cardenal de Montalto se dedicó mucho a sus estudios sin privar de atención a sus intereses personales y teniendo mucho cuidado en no causar agravios a nadie. Esto le valió mucho en su subida hacia el pontificado que se verificó el 24 de abril de 1585. la anécdota según la cual Felice Peretti, Cardenal de Montalto, durante el conclave fingió estar decrepito para obtener más votaciones es para desmentir. Fue más bien su fuerte temperamento que le permitió ser el preferido entre los otros cardenales asegurando así un pontificado duradero.
                                                                                                                                                                                                                                El pontificado de Sixto V (1585-1590)
Papa Gregorio XIII no dejo’ una fácil herencia a Sixto V para administrar. La condición en la que se encontraban los Estados Eclesiásticos necesitaba una intervención inmediata y firme. La Ley era practicamente inexistente y Sixto V tuvo que actuar de manera resuelta y con mucho rigor. Su intervención trajo nuevamente una situación de tranquilidad legal en los territorios pontificios. Esto le permitió efectuar el paso siguiente: sanar las finanzas del Estado Pontificio. Actuó la venta de locales y propriedades, fundó nuevos “Monti di Pietà” (sistema de préstamos públicos que hizo posible capitalizar 8 millones de escudos), e introducio nuevos impuestos. Estas iniciativas le permitieron un vasto margen de activo disponible ahorrado para usarse en caso de “emergencia del Estado”.

El Papa Sixto V quedó muy satisfecho de los resultados obtenidos, pero los métodos para llegar a estos no fueron particularmente apreciados: algunos impuestos se revelaron excesivos y la sustracción de tanto dinero, terminó causando tensiones.

De todos modos, grandes sumas de dinero se gastaron en obras públicas. Sixto V no limitó sus planes y lo que obtuvo durante su breve pontificato tiene algo de increible: el cumplimiento de la Cúpola de San Pedro, la Loggia delle Benedizioni en San Giovanni in Laterano, la Cappella del Presepe en Santa Maria Maggiore, la reparación y la finalización de obras en el Palazzo Quirinale y en el Vaticano.

La erección de los obelíscos de Piazza San Pietro, de Piazza del Popolo, de San Giovanni y Piazza dell’Esquilino; la construcción de nuevas calles; la restructuración del acueducto de Settimio Severo; numerosas calles y puentes; tentó la bonificación de los terrenos pantanosos de la zona pontina; incentivó la industria agrícula y manufacturera.
Además integró Borgo hasta ese entonces zona autónoma  como XIV barriode Roma.
          OBRA  DEL PAPA  SIXTO
A Sixto V se le reconoce también el primer proyecto de reformas urbanísticas de la ciudad de Roma tal como la conocemos hoy en día. En este sentido él hizo trazar la nueva vía, pasando por las tres colinas del barrio Monti, que conectó Trinidad de Monti con San Giovanni in Laterano y Santa Croce in Gerusalemme: la Vía Sistina, su recorrido (de Quattro Fontane al Quirinal, el Viminale, Santa Maria Maggiore en el Esquilino, hasta Palazzo del Laterano) se caracteriza por tener grandes obeliscos egipcios.
        EL  PAPA  SIXTO MUERE

Sixto V murió el 27 de agosto de 1590, a conclusión de una vida impulsiva y obstinada y muy rígida. La capacidad de ver en perspectiva y prefijarse metas bien claras, aumentó su determinación y le permitió alcanzar extraordinarios éxitos en campo administrativo como urbanístico, artístico y arquitectónico. Resultados de los que hasta el día de hoy pocos pueden enorgullecerse.

Orígenes y formación :Nacido como Srečko PeriĆ, su familia era de refugiados eslavos que huyeron desde Kruševice, Ragusa, producto de la invasión otomana, cruzando en una arriesgada travesía el mar Adriático, para radicarse en Montalvo, cerca de Ancona y luego trasladarse a Grottammare, siendo su nombre traducido al italiano Felice Peretti, tanto Srečko como Felice significan en español Feliz, traducidos del dálmata y del italiano respectivamente, siendo Peretti la traducción del apellido dálmata PeriĆ. Su familia fue de humildes campesinos, por lo que años después sus enemigos le enrostraron el haber sido porcero de niño; ingresó con tan sólo nueve años en el monasterio franciscano de Montalto donde inició sus estudios de primeras letras que completaría en las universidades de Ferrara y Bolonia, obteniendo el grado de Doctor en Teología en 1548.

Carrera eclesiástica                                                                          Fue ordenado sacerdote en 1547. Hacia 1552 tras ganar reputación como hábil dialéctico y predicador, llamó la atención de dos futuros papas, los cardenales Ghislieri (Pío V) y Caraffa (Paulo IV) lo que le supuso iniciar su carrera eclesiástica siendo enviado, en 1557 a Venecia como consejero de la Inquisición destacándose por su severidad hasta tal punto que los venecianos reclamaron su deposición en 1560.De nuevo en Roma y tras un breve periodo como procurador general de los franciscanos, fue enviado a España en 1565formando parte de la legación que, encabezada por el cardenal Buoncompagni, futuro papa Gregorio XIII, intervino en el proceso abierto contra el cardenal de Toledo, Bartolomé Carranza. La violenta antipatía que surgió entre estos dos futuros papas marcaría el futuro de Felice Peretti. Con la entronización de Pío V retornó nuevamente a Roma y en 1566 es nombrado Vicario general de los franciscanos y obispo de Sant’Agata dei Goti. Posteriormente en 1570 fue nombrado cardenal y en 1571 obispo de Fermo.El ascenso al papado de su enemigo político, Gregorio XIII, supuso su retiro de la vida pública dedicándose al estudio y divulgación de los trabajos de San Ambrosio. Este retiro voluntario contribuyó en gran medida a que, al morir Gregorio en 1585, resultara elegido como su sucesor en el solio pontificio.

Papado                                                                                                   El cardenal Peretti fue designado Papa el día 24 de abril de 1585, y tomó el nombre de Sixto V, en honor a Sixto IV, franciscano al igual que él. Durante su pontificado, se terminó la construcción de la Iglesia de San Jerónimo en Roma, y se dispuso que los sacerdotes que oficiaran misa en dicho recinto debían provenir de Ragusa y saber hablar el idioma dálmata. Numerosos fueron los problemas que el difunto Gregorio XIII había legado a su sucesor, entre los que destacaban los problemas de orden público y su enfrentamiento contra la reina inglesa Isabel I.                                                           El orden público : nuevo papa, hombre curtido en los tribunales de la inquisición, era el indicado para enfrentarse al bandidaje instituido en el que había quedado sumida Italia a la muerte de su predecesor Gregorio XIII.Sirviéndose del cardenal Colonna persiguió ferozmente a cuantas cuadrillas de malhechores que esparcían sus hazañas por campos y ciudades, y pronto el puente de Sant'Angelo se convirtió en una nutrida exposición de cabezas de enorme poder disuasorio.Lo doloroso es que, cuando la temible policía vaticana no pudo seguir recabando botín por falta de asaltantes lo bastante osados como para enfrentarse a los brutales métodos del papa, se dedicó a hostigar a prostitutas, ladrones y otros grupos socialmente marginados de Roma. Sixto V se creó una merecida imagen de amo cruel y concitó sobre sí el odio de sus súbditos.Consciente el propio pontífice de que el pueblo romano no habría de erigir una estatua en su memoria una vez fallecido, se la dedicó él mismo en vida en la cima del Capitolio; no debió contar con que los oprimidos ciudadanos de Roma ni pensaban ofrendársela ni estaban dispuestos a tolerar un acto de egolatría de aquella naturaleza. Una vez muerto la estatua fue retirada.

La cuestión inglesa

También hacia Inglaterra y su reina se dirigió la belicosidad pontificia. Había sido él mismo quien, años atrás en 1569, había redactado la bula de excomunión de Isabel Ipromulgada por Pío V.
Quiso unir a las naciones católicas contra la reina inglesa, pero se vio decepcionado al comprobar que no anidaba ya en las cortes europeas el viejo espíritu de cruzada, y que la defensa de la fe no movía ejércitos, salvo que mediasen otros intereses más tangibles y materiales.
Al menos podía confiar en que Felipe II sí tenía sobradas razones para empeñarse de lleno en la empresa de Inglaterra. Apeló al soberano español con su peculiar y característico tono irritantemente conminativo exigiéndole, más que pidiéndole, que ejecutase «alguna empressa famosa» en pro de la religión y contra Isabel I.
Felipe, que solía realizar anotaciones marginales en los documentos que él mismo leía y despachaba, apuntó en la misiva papal: «¿No les debe parecer famosa la de Flandes, ni deben pensar lo que se gasta en ella? Poco fundamento tiene lo de Inglaterra». No obstante, dada la insistencia del papa Sixto, instruyó a Olivares, embajador ante el sumo pontífice, para que se cerciorase de la auténtica voluntad de éste en aquel asunto y obtuviese de su parte un compromiso formal de colaboración económica y de respaldo político.
El papa ofreció éste último sin límites y el económico con cicatería: ni la mitad de los gastos, como se pretendió en principio, ni un millón de ducados, como al final se le pedía; prometió 300.000 y sin demasiadas garantías. O así le debió parecer al monarca español que, ante la contingencia de que pudiera no efectuarse el pago por fallecimiento de quien lo afianzaba con su palabra, hizo que el colegio cardenalicio jurase cumplir, llegado el caso, con la obligación asumida por el papa.
Felipe II acabaría enviando en 1588, con la bendición papal, la malograda «Armada Invencible» cuyo desastre tuvo tiempo de lamentar Sixto V durante los dos años que aún sobrevivió.

Embellecimiento de Roma :  Durante su pontificado, Sixto V hizo construir, finalizó o reparó un gran número de grandes monumentos y edificios en la ciudad de Roma.

Entre ellas cabe destacar la construcción de la capilla del Praesepe en Santa María la Mayor, la finalización del Palacio del Quirinal, la reconstrucción del Palacio de Letrán, la terminación de la cúpula de San Pedro, la restauración del acueducto de Septimio Severo. En la pieza clave de la cúpula de San Pedro hizo escribir: "A la gloria de San Pedro".
Aunque en su demérito se encuentra su poco aprecio por las obras de la Roma clásica, que le llevó a usar muchas de la mismas como material de construcción. Ejemplo de esto es el hecho de que ordenara retirar la estatua del emperador Trajano de lo alto de la Columna Trajana y sustituirla por una estatua de San Pedro. De igual modo retiró la estatua del emperador Marco Aurelio de la Columna de Marco Aurelio para sustituirla por una estatua de San Pablo.

Canonizaciones 

Durante su pontificado, Sixto V canonizó a San Hermenegildo (1585).

Otros hechos

Con la constitución Immensa aeterni estableció, en 1588, que el Colegio cardenalicio estuviera compuesto por setenta cardenales. También aumentó el número de congregaciones, y en 1589 inició una revisión de la Vulgata que es conocida como la “edición sextina”.
Falleció el 27 de agosto de 1590.
Hay quien piensa que las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Axis in medietate signi (El hacha en medio del signo), cita que hace referencia a que en su escudo de armas figuraba un hacha cruzada sobre un león y a que el León es un signo del Zodiaco.
Curiosidades
Se conoce, mediante un estudio genealógico hecho para la familia Peretti, que el psiquiatra y actor argentino Diego Peretti, es descendiente de Felice Peretti, Sixto V.

viernes, 30 de enero de 2015

                                 EL PAPA SIXTO




 papa sixto v

Uno de los pontífices más importantes de la Edad Moderna. Felice Peretti n. en Grattamare, pueblecito de la Marca de Ancona, el 13 dic. 1521. Hijo de un matrimonio muy modesto, ingresó en 1534 en la Orden de los franciscanos conventuales, donde sobresalió como brillante orador sagrado, dándose a conocer, en aquel ambiente turbado por contrarias corrientes ideológicas, como partidario de la línea rigorista que triunfaría en Trento (v.). Paulo IV (v.), que descubrió en él un temperamento análogo al suyo, lo nombró inquisidor de Venecia (1557). El sucesor de Paulo IV, Pío IV (v.), le trasladó a Roma como consultor de la Inquisición romana (1560), y a continuación fue designado Procurador General de los Franciscanos, bajo la protección del Card. Ghislieri, futuro S. Pío V (v.). Una vez Papa, S. Pío V, en 1566, le nombró Vicario General de los Franciscanos Conventuales y obispo de Santa Águeda, y, finalmente, Cardenal en 1570.
     
      A pesar de tan brillante carrera, nadie pensaba en él como futuro Papa al morir Gregorio XIII (v.); su elección fue fruto de circunstancias fortuitas. Ni el emperador Rodolfo II ni Felipe II presionaron al cónclave; éste se hallaba dividido en dos bandos de fuerzas casi iguales, el de los Farnesios y el de los Médicis, los cuales, no pudiendo hacer triunfar a sus candidatos respectivos, se pusieron de acuerdo para designar a un independiente, Peretti. Tenía entonces (24 abr. 1585) 64 años de edad. Si sólo reinó cinco años no se debió a su edad, sino a las fatigas y emociones que su genio ardentísimo experimentó en la agitada época en que hubo de asumir tan graves responsabilidades; a pesar de su brevedad, su pontificado fue uno de los más fecundos de la historia.
     
      En su doble calidad de príncipe temporal y cabeza de la Iglesia tuvo que intervenir en las grandes decisiones político-religiosas en que se ventilaba el futuro de la cristiandad. Italia estaba en paz; pero a S. V, como a tantos otros italianos, le pesaba que aquella fuera una paz española; rodeado de territorios españoles o influidos por España, temía verse convertido en una especie de capellán del rey católico, y en una ocasión manifestó amargamente que, comparado con él, era, desde el punto de vista temporal, «como una mosca comparada con un elefante». Felipe II trató de desvanecer estas aprensiones, pero ni sus intromisiones regalistas ni la altivez del conde de Olivares (v.), su embajador en Roma, eran factores adecuados para llegar a una inteligencia. El Papa reprochaba a Felipe II que los subsidios que recaudaba del estado eclesiástico los empleaba en sus fines políticos, y no en la lucha contra los piratas mahometanos, que era el objeto de su concesión. Cuando preparó la Armada contra Isabel de Inglaterra obtuvo del Papa la promesa de una ayuda financiera que después le negó. Sin embargo, las mayores disidencias surgieron con motivo de las guerras civiles de Francia. El Papa las seguía acongojado ante la posibilidad de que aquella porción importantísima de la Iglesia fuera dominada por la herejía (v. HUGONOTES); apoyaba a la Liga (integrada por los componentes del partido católico, que encabezaba la familia Guisa (v.), frente a los partidarios del calvinista Enrique de Borbón o de Navarra y a los que buscaban una solución de compromiso en los conflictos religioso-políticos entonces planteados), y a la vez desconfiaba de sus concomitancias con Felipe II, de quien pensaba que, so pretexto de defender la religión, quería apoderarse de Francia, paso decisivo hacia la consecución de la monarquía universal, objetivo que los suspicaces le atribuían.
     
  
    El asesinato del duque de Guisa y de su hermano el cardenal por orden de Enrique III, y luego el de este rey por lacobo Clemente parecía que no dejaban al Papamás alternativa que apoyar a la Liga y a Felipe II o dejar que se entronizase rey de Francia el calvinista Enrique de Navarra, luego Enrique IV (v.). Las hábiles maniobras de éste y de sus partidarios católicos, que hicieron esperar al Papa su próxima conversión, le ganaron su favor y, con gran indignación de Felipe II, se negó a excomulgar a los partidarios del Borbón. S. V no llegó a ver el triunfo final de esta política; víctima de unas fiebres, que su estado de agotamiento convirtió en mortales, m. el 27 ag. 1590.
     
      Las preocupaciones políticas no distrajeron a S. V del gobierno interior de la Iglesia y de sus estados temporales. Regularizó las visitas ad limína de los prelados, antes práctica voluntaria, desde entonces deber inexcusable y reglamentado. A las cuatro congregaciones del índice, de la Inquisición, del Concilio y de los obispos, únicas que funcionaban de modo permanente, agregó otras nuevas hasta un total de quince, con lo que la Curia romana tomó la forma definitiva que ha conservado hasta nuestros días. Lo mismo puede decirse de la reorganización del Colegio Cardenalicio por bula de 3 dic. 1586; el número de sus miembros se fijó en 70, de los cuales seis serían obispos, 50 presbíteros y 14 diáconos. Merece aplausos la constitución de 1586 contra los astrólogos y hechiceros, motivada por la desmedida extensión que en el Renacimiento (v.) habían tomado estas supersticiones. Menos elogios pueden tributarse a su edición de la Vulgata, que el Papa realizó con un criterio muy personal, imponiendo lecturas sin apoyo crítico, e incluso suprimiendo arbitrariamente algunas palabras del sagrado texto. La oposición que suscitó fue tan fuerte que la nueve edición quedó prácticamente sin efecto. Se imprimió, pero no llegó a distribuirse.
     
      El gobierno temporal de los Estados de la Iglesia recibió también la huella de su indomable energía; luchó contra la plaga del bandolerismo que, apoyado por ciertos barones, tenía aterrorizada a la población rural, y si no pudo extirparla enteramente, porque sus raíces socioeconómicas eran profundas, logró, con castigos severísimos, reducirla a límites tolerables. Emprendió la desecación de las lagunas pontinas con el ardor que ponía en todas las cosas, y consiguió éxitos momentáneos en el saneamiento del agro romano. Luchó también contra otra plaga, ésta de orden moral, que afeaba la capital del mundo cristiano: la proliferación de meretrices y lupanares, a los que extirpó de la urbe. Instituyó una Congregación de la Abundancia para proveer al abastecimiento de Roma.
     
     
No menos fecunda fue su obra urbanística; muchos rasgos básicos de la Roma actual se remontan a su pontificado. Mediante la construcción de un acueducto, que dotó de agua las partes altas de la ciudad, hizo posible la reedificación de barrios largo tiempo abandonados. Abrió amplias vías, si bien a costa de demoliciones tan sensibles como la del Septizonium, una de las obras maestras de la arquitectura antigua. Desaparecido ya Miguel Ángel (v.), contó, sin embargo, con la colaboración de dos ilustres epígonos, Della Porta (v.) y Fontana; el primero terminó la grandiosa cúpula de San Pedro; el segundo, entre otras obras, edificó el nuevo palacio de Letrán y ejecutó la difícil traslación del obelisco al punto donde hoy se alza, en medio de la plaza terminada más tarde por Bernini (v.). No era un puro afán artístico el que animaba al Papa; su idea era poner al servicio del cristianismo las bellezas de la antigüedad pagana; esta idea la materializó colocando en la cúspide de las columnas de Trajano y Marco Aurelio las estatuas de S. Pedro y S. Pablo, símbolo de la sustitución de la Roma paganizante del Renacimiento por otra Roma, cabeza militante de la Iglesia.
     
      El juicio sobre un varón de tan varias prendas tiene que ser muy matizado. No podemos alabar su rigor, con frecuencia excesivo, ni el amontonamiento de un gran tesoro improductivo, obtenido por medio de la venta de cargos y otros recursos criticables, en el castillo de Santangelo. En sus tirantes relaciones con Felipe II parece haber mezclado con los intereses de la Iglesia cierta animosidad personal. Era obstinado, autoritario e inflexible. Pero, por encima de estos defectos, brillan su pureza de conducta, intrepidez, capacidad de trabajo y labor infatigable en defensa de la Iglesia y de los pobres.
     
    
 Obras generales: L. VON PASTOR, Historia de los Papas, XXI y XXII de la traducción española, Barcelona 1960-61; L. WILLAERT, La Restauration catholique, en Fliche-Martin 18. Obras monográficas: U. BALZANI, Sisto V, Génova 1913; P. GRAZIANI, Sixte Quint et la réorganisation du Saint Siége, París 1907; A. VON HÜBNER, Der eiserne Papst, Berlín 1932; M. DE BoüARD, Sixte Quint, Henri IV et la Ligue, Burdeos 1932; R. CANESTARI, Sisto V, Turín 1954.


                                                                                                                                     EL PAPA SIXTO V                                                                                                 
Sixto V
Sixto V
(1521/12/13 - 1590/08/27)

Sixto V
Papa (1585-1590)
                                                                          Nació el 13 de diciembre de 1521 en Grottammare (Montalto), provincia italiana de Marca, no lejos del Adriático, en el hogar del campesino Piergentile, llamado Peretto; de ahí que el futuro Papa tomara el apellido Peretti.

Fue bautizado con el nombre Félix.

De joven ingresó en la orden de los franciscanos conventuales y muy pronto terminó estudios filosóficos y teológicos, obteniendo el diploma de doctor en 1548. Más tarde se doctoró en teología por la Universidad de Fermo.

En 1566 fue consagrado obispo de Sant'Agata dei Goti, en 1570 recibió el capelo cardenalicio y adoptó el nombre de Montalto y en 1571 fue obispo de Fermo.

Fue el 228 Pontífice de la Iglesia católica. Eselegido papa, por unanimidad, como solución de compromiso entre dos facciones pontificias, para suceder a Gregorio XIII. Cuando el Papa anterior estaba ya muriéndose, los cardenales empezaron a pensar en el sucesor, y para eso deseaban uno ya anciano para que les diera a ellos libertad de hacer lo que quisieran. Entonces Peretti empezó a aparecer como muy débil de salud y decaído. Andaba apoyado en un bastón, y su voz estaba muy debilitada, los demás Cardenales dispusieron elegirlo Papa. Pero apenas lo hubieron elegido, el que parecía un viejito achacoso, se enderezó, tiró lejos el bastón, y entonó un canto a Dios con una voz tan fuerte y valerosa, que los Cardenales se quedaron aterrados. Los Cardenales estaban muy disgustados porque recordaban que este hombre había sido, de pequeño, un cuidador de cerdos al cual unos padres franciscanos encontraron leyendo el catecismo mientras vigilaba sus animalitos, y habiéndole preguntado qué deseaba ser, y obtenido por respuesta que "un gran hombre de Dios", se lo llevaron y le costearon los estudios, y por propio esfuerzo llegó a los más altos puestos.

Su pontificado se caracterizó por el importante gasto en obras públicas en Roma, como la construcción del Palacio Laterano. En 1586 estableció el número de cardenales en 70 y en 1588 fundó 15 congregaciones sagradas para administrar los asuntos espirituales y seculares de la Santa Sede. Gobernó con dureza haciendo cumplir el decreto del Concilio de Trento contra la simonía y la pertenencia a más de un beneficio o cargo eclesiástico. Promulgó reformas por propia iniciativa e impulsó las misiones en Oriente y Sudamérica. Repuso las arcas del Vaticano mediante impuestos, emisión de créditos y otros recursos.

Sixto V falleció en Roma el 27 de agosto de 1590.


Papa de la Iglesia católica
1 de mayo de 1585-27 de agosto de 1590

Predecesor
Gregorio XIII

Sucesor
Urbano VII